a mi padre
¿Sabes que mañana serás del aire?
José Watanabe
Elegimos en el centro comercial
el helicóptero que volaba más alto.
Lo encendimos por primera vez
en el patio; sus hélices giraban.
Nos turnamos para mover la palanca,
para ver cómo se alzaba encima
de nuestras cabezas y nuestra casa.
Más alto siempre que nosotros.
Era pronto para saber si el helicóptero
volaba a la altura que querías;
si el aire en que levitaba
era suficiente. Me respondí
cuando te miré apretar con fuerza
los botones para llegar más alto.
Esta vez era mi turno y me cansé
rápido de sus hélices, de sus alas.
Quise volver a tierra la mirada
y solté el botón.
El helicóptero se desplomó
como esas aves que al volar
aprenden también a caer.
Después, prometimos ir a un campo
donde las alas no se estrellaran
contra las cosas, contra las casas,
pero hasta ahora no hemos vuelto
a volarlo nunca, ni a sacarlo de la caja.